Desde las fronteras de la biotecnología, la robótica, el arte y el diseño enfocamos nuestra tarea como desarrollador@s. Trabajamos sobre la relación de lo maquinal y electrónico y su manera de transformar y vincularse con el tejido social, donde al final se encuentra una zona difusa de predominancia de la tecnología sobre el/la individuo y viceversa, ¿Quién transforma a quién?

El tránsito hacia el cuerpo posthumano puede observarse, por ejemplo, en una persona amputada quien es sometida a un proceso de protetización, situación que no sólo le reconstruye en términos físicos, sino en su imaginario y resignifica su humanidad orgánica e identidad social. Est@ individuo convertid@ en posthuman@, experimenta nuevas necesidades y habilidades, humanas y mecánicas por igual, siente rechazo de su anatomía y resignación psicológica, pulsiones que contrastan con el sentido de invasión por el nuevo artefacto integrado a su corporalidad. Tal metamorfosis hace de ést@ individuo una dualidad de la “realidad social pero también de ficción” tal como lo diría Donna Haraway.

La composición corporal del posthuman@ no sólo comprende la integración del silicio y el código al cuerpo, la carne y los fluidos, también puede existir de manera virtual y extendida, proyección anatómico-psicológica que trasciende conceptos como el/la individuo, lo natural y lo temporal, al transferirse a un ente maquinal y digital, el hombre rompe los miedos de la fragilidad y finitud de su existencia, ahora puede ser otr@, otr@s, ser cuasi omnipresente en lo metálico y plástico al igual que en lo programado y lo binario. La definición posthumana puede expandirse más allá de la propia percepción cárnica. Sin embargo, el nivel de lo trascendental supone una utopía cercana pero aún compleja, por ahora vale la pena reflexionar y definir como posthuman@ toda aquella relación cuasi simbiótica entre el/la individuo y su emulación artificial, aquella que poco a poco suple funciones orgánicas y productivas.

La finalidad no es definir tajantemente los límites de lo natural y lo artificial sino articular, en la manera de lo posible, las líneas en que lo humano y lo artificial se interceptan y devienen en procesos de cambio cultural. Indagar en las posibilidades que brindan las tecnologías en la transformación y extensión de nuestra corporalidad. La expansión de las capacidades del cerebro ha sido uno de los objetivos más perseguido del human@ modern@ y sus expresiones más sagaces se pueden observar en la ciencia ficción, la literatura y el cine. Parecería que el prístino resguardo de nuestra mente que no podía ser decodificada, transformada, ni expuesta, ha sido infringido ante descubrimientos y desarrollos de los últimos años que han roto de manera contundente este paradigma, permitiéndonos hiperactuar sobre la relación mente-cuerpo, pero también con otras mentes y otros objetos. Desde la medicina, la tecnología más comercial y el arte se han re-volucionado nuestros cuerpos y formas interacción social por estas capacidades aumentadas que nunca dejarán su parte polemicamente agresiva, llena de temores y paranoias sobre el control, la intimidad, la exposición del inconsciente, etc.

Vivimos un punto de inflexión en la historia, tiempos interesantes de constantes cambios que aún no podemos decodificar ante la apabullante cantidad de información y vorágine de sucesos que ocurren y aparecen de manera exponencial y salvaje. Por el momento, sólo nos queda enfrentarnos al esfuerzo de dar un poco de luz en este ojo de huracán.